Heritage Avenida da Liberdade: el confort de su casa en la Avenida más cosmopolita de Lisboa
Sep. 16 2019
Llegar a un Hotel puede ser un momento de cierto estrés, principalmente si no conoce Lisboa.
Permítase bajar el ritmo por un momento.
Cuando se entra en el Heritage Avenida Liberdade Hotel, nos olvidamos del frenesí de la ciudad, nos adentramos en un ambiente de tranquilidad y nuestra mirada queda atrapada inmediatamente por todos los detalles que nos reciben en el atrio.
Sus techos de gran altura albergan elegantes ventanas de 4 metros, flanqueadas por azulejos azules y blancos del s. XVIII, en su mayoría originales –otros minuciosamente reproducidos– laboriosos testimonios del paso del tiempo.
El mueble de los mil cajones
En cuanto entramos, a la izquierda vemos el emblema de este edificio: un mostrador de la antigua Ervanária Hermética que en aquella época ocupaba todo el espacio.
Un mueble maravilloso, que rápidamente estimula la curiosidad, despertada por sus múltiples cajones y compartimentos.
En sus estanterías están expuestos productos portugueses que hoy en día, viajan por el mundo como recuerdos en las maletas de los que regresan a casa.
Al fondo, independientemente de la hora, hay té y café bajo un letrero, también muy original, de la Ervanaria Hermética.
Donde el pasado y el presente se cruzan
Pero su historia también la cuentan otros detalles de la época: 2 puertas se abren de par en par, con toda su imponencia en su azul original, para dar lugar a la rampa de acceso.
Quien entra por aquí se depara con el candelabro moderno, curioso elemento que, antagónicamente, brilla por su opulencia y simplicidad, sin competir con los objetos de antaño que dan cuerpo al espacio.
Es una de las pocas piezas que no transpira Historia, sino que nos permite intuir que en este Hotel es posible la armonía entre el pasado y el presente. Y todavía estamos en la entrada.
Va a subir. Un ascensor con mucho que ver
A las habitaciones se sube en un ascensor con suficientes detalles para embelesarnos durante su corto recorrido.
En las puertas hay poesía de autores portugueses que acortan el tiempo de espera antes de entrar.
Una vez dentro, parece que estamos en una de las calles de Lisboa: a nuestros pies, la típica calzada portuguesa perfectamente pulida y, esperándonos, el tranvía 28. Una invitación a conocer la ciudad aún en el interior.